La marcha contra el veto de Milei terminó con gases, palos y balas de goma
11/09/2024Hubo más de 50 heridos, entre ellos dos menores de edad, y al menos dos detenidos. Bullrich desplegó un operativo de casi 900 efectivos y mandó a “identificar” a los referentes de la oposición. El aire se llenó de gases lacrimógenos pocos minutos después de que se conociera el resultado de la votación en el recinto. La plaza de los dos Congresos bramó contra el ajuste y la “traición” de los diputados de la UCR.
De fondo algunos hacían sonar la marcha peronista, otros cantaban que se vayan todos, o el himno, o puteaban. Cuando en la calle se supo el resultado de la votación (los Diputados ratificaron el veto a la ley de movilidad), la tensa calma que se había sentido desde temprano se quebró. El “!hijos de puta!, ¡hijos de puta!” fue unánime y la bronca se descargó contra las vallas que cortaban la circulación de Avenida Rivadavia. Jubilados y militantes hicieron sonar cacerolas, llaveros y lo que sea que se tuviera a mano contra la chapa. El vallado cedió. De golpe, el aire del Congreso se llenó de gases y se volvió irrespirable, como en tantas otras marchas –prácticamente en todas– este año. La policía avanzó desde Callao. Disparó balas de goma y en menos de cinco minutos desalojó a los manifestantes, que replegaron como pudieron hacia Corrientes. La cacería, igualmente, siguió durante horas. El Gobierno festejó por partida doble: dentro del recinto ratificó el ajuste sobre las jubilaciones (no sin ayuda de la casta) y afuera desplegó otra vez el circo del protocolo del “orden”
El saldo de la represión fue de más de 50 personas heridas –entre ellas varios jubilados, trabajadores de prensa y hasta una niña de 11 años y otro de 9– por los químicos de los gases y las postas de goma, de acuerdo al relevamiento que realizó la Comisión Provincial por la Memoria (CPM). El reporte de la Federal informó sobre dos detenidos, bajo el típico cargo antiprotesta de “resistencia a la autoridad”.
No conformes con haber desalojado el epicentro de la movilización, las fuerzas siguieron su faena con la clásica cacería de manifestantes sueltos. Algunas de las columnas que intentaron replegar por Corrientes se toparon de frente con otro cordón de policías y camiones hidrantes y debieron volver sobre sus pasos. En esa suerte de embudo, algunos cayeron en la volteada de los palazos en el cuerpo y el gas pimienta directamente en los ojos. Fue el caso de Guillermo Quiroga, secretario general de ATE Chubut. “Estuve casi media hora ciego”, le contó a Página/12. “Cuando volvíamos por Callao, encerrados entre dos cordones de efectivos, veo a una piba muy joven tirada en el piso, golpeada. Me acerco y le grito al policía que intentaba sujetarla que la deje en paz, y en ese momento me vació literalmente la lata de gas pimienta en la cara. Y eso que la calle ya estaba vacía”, relató.
Escenas del estilo se repitieron en varias esquinas. En Sáenz Peña y Rivadavia, un policía motorizado atropelló a una jubilada que intentaba impedirle el paso, armada sólo con un cartel y envuelta en una bandera. El hecho quedó registrado por las cámaras de televisión, que transmitían en vivo la violencia policial.
Dada la magnitud del operativo, estaba claro desde el vamos que había vía libre para pegar. Según el informe del Ministerio de Seguridad, se desplegaron casi 900 efectivos, entre la división antidisturbios de la Federal, Infantería, Prefectura y los escuadrones de Gendarmería. Hubo además varios infiltrados, esos efectivos que nunca se cuentan pero que siempre están, como sucedió durante la movilización contra la ley bases en abril. Esta vez fueron identificados por los propios manifestantes y echados de las columnas.
A fuerza de experiencia, los que marchan en la era Milei ya empiezan a reconocer las trampas. El diputado Eduardo Valdés ya había advertido en la previa que la Policía había plantado piedras y escombros “en distintos puntos en las inmediaciones del Congreso”. “Le aviso de antemano a la señora ministra Patricia Bullrich, para que no aparezcan los pícaros de siempre queriendo generar clima de violencia”, posteó en Twitter. Nadie cayó en esa emboscada, pero los palos llegaron igual.
El informe que el ministerio de Bullrich difundió a la prensa también incluyó, curiosamente o no, la identificación con nombre y apellido de varios referentes de la oposición entre los manifestantes. “Se observó la participación en la marcha de Axel Kicillof, Verónica Magario, Fernando Espinoza, Pablo Moyano, Eduardo Belliboni, Hugo Godoy, Hugo Yasky, Emilio Pérsico, Daniel Menéndez, Juan Grabois, Sergio Palazzo y Juan Carlos Alderete“, dice textualmente, dando cuenta de que los tenían “fichados”. En marchas anteriores, varios diputados recibieron gases y palos. Este miércoles la violencia se acotó a la gente de a pie.
Bullrich eligió, desde sus redes, hacer eje en los gases que recibieron los niños, especialmente la menor de 11 años. Lo hizo responsabilizando a la madre y no a los efectivos que actúan bajo sus órdenes. “Madre irresponsable y violenta”, posteó. “Ya les dijimos: llevar a los chicos a las marchas está prohibido”, sumó. Fue en respuesta a un posteo de Amnistía Internacional que, con algo de sentido común, subrayó que “los niños no pueden ser blanco de gases e impactos de balas”.