River volvió a ganar en la Bombonera

River volvió a ganar en la Bombonera

21/09/2024 Off By guemes

Con gol de Lanzini, el equipo de Gallardo armó su fiesta en la cancha de Boca en un final con polémica y VAR.

Final del encuentro y se desata la alegría de River en la Boca. (Foto: Sergio Peralta).

El VAR cortó de cuajo un grito desaforado, visceral, de desasosiego, de una multitud de Boca enardecida que desahogó sus penas festejando un empate, más por lo que evitaba -una nueva crisis, otro ciclo terminado del DT de turno, la vergüenza de perder ante un River“con suplentes”- más que por lo que el puntito significaba. Era, también, el premio para un equipo que no se rindió, más por el empuje de su gente que por prestaciones propias.

Manu Lanzini capitaliza el rechazo corto de Romero y convierte el gol de River. (Foto: Sergio Peralta.)

Aún antes del gol, Lanzini ya era el mejor del partido, para esas alturas el único futbolista en otra estatura rítmica, vibrando por fuera de la batalla de trincheras que era el clásico en su inicio. Más allá del lógico ímpetu que siempre marca la localía, lentamente se fue imponiendo el mejor planteo estratégico de Gallardo. La línea de 3/5 fue mucho más pensada como un sistema para ganar que como un recurso ante la emergencia de la agenda.

Lanzini se reencuentra con el gol justo en la Bombonera dónde hace 10 años había convertido su último gol con la camiseta de River. (Foto: Sergio Peralta.)

El Muñeco puso a tres centrales no para amontonar gente sino para contener mejor la zona de influencia de Cavani y Merentiel, siempre proclives a entrar y salir del área. Y abrió bien a los laterales para tener bien cubiertos a Blanco y Advíncula. Así, con ese movimiento, neutralizó las mejores armas de Boca, al que no le alcanzaba con el manejo de Medina y Zenón, quienes tenían casi siempre bloqueados las vias de pase, y muy congestionada la franja central para intentar por dentro.

Colidio jugó un muy buen partido, luchando y jugando. (Foto: Sergio Peralta.)

En cambio, a River le resultó relativamente fácil encontrar las conexiones para el juego. Fue desde Lanzini, como cuña en su función de interno izquierdo y a partir de la insólita insistencia de Diego Martínez en colocar a Ignacio Miramón en una función para la que no tiene instinto ni condiciones. Algo de esto se vio una semana atrás en el clásico ante Racing, aunque la situación pasó un tanto inadvertida porque Costas no puso un hombre ahí que lo lastimara, pero se vio claro que durante toda la tarde el mediocampista flotó incómodo sin saber a quién tomar, y si jugó un partido correcto fue porque se mandó por el medio, donde demostró que ese sí es su hábitat natural.

Borja no pudo cerrar el partido y River lo terminó ganando con sufrimiento en el final. (Foto: Sergio Peralta.)

Pero este domingo a Lanzini no pudo encontrarlo nunca. Llegó tarde a presionar, sufrió con la aceleración de Manu, y fue a partir de ahí que River encontró primero buenas asociaciones en el juego y después el gol. Que empezó y terminó el mismo Lanzini, desde el quite, el pase a Colidio y su llegada vacío para definir.

Ahí sí, a Boca se le hizo realidad la crisis, porque estaba perdiendo el partido que no podía perder, quedaba casi desnudo de objetivos, con el año larguísimo casi sin competencia (la Copa Argentina no tiene rango para un club como Boca) y la necesidad de hacer algo, rápido, antes de que fuera demasiado tarde. Apeló a, quizá, lo único que tenía a mano: la intensidad, la garra, el espíritu, lo que siempre demanda la tribuna como un factor innegociable.

Armani, siempre está. (Foto: Sergio Peralta.)

El “movete, Boca, movete” que emergió desde las entrañas del Templo marcó el camino. Lo que se vio en el campo, mucho o poco, tuvo que ver más con eso que con alguna respuesta táctica desde el banco o individual desde alguno de los jugadores. El primer tiempo se fue con un Boca más enjundioso pero sin que eso alterara el desarrollo del juego. Tanto, que el local se fue al descanso sin patear al arco ni generar situaciones de gol.

Mastantuono, 17 años triunfando en la bombonera. (Foto: Sergio Peralta.)

El pobre Miramón quedó expuesto por la jugada y porque pagó los platos rotos saliendo en el entretiempo, aunque las huellas de Diego Martínez enchastran toda la escena del crimen. El DT experimentó tirando a la cancha al Changuito Zeballos con el daño hecho, lo que le dio más libertad de acción a Lanzini, que seguía manejando la pelota con inteligencia, ante un River tenue pero visiblemente más cerca del segundo que Boca del empate.

Diego Martínez ya sin crédito en el hincha de Boca. (Foto: Sergio Peralta.)

Aunque el partido se desangraba en intentos de área a área, el equipo de Gallardo tenía más espacios y menos nervios. Pero a River le empezó a quedar lejos el arco, demasiado, quizá porque le faltaron piernas para seguir apretando en el medio. Fue un ratito de asedio local, cuando generó un par de aproximaciones y un zurdazo lejano de Advíncula que devolvió el travesaño. Fue hasta que Gallardo refrescó el equipo y recuperara compostura. Con Nacho y Mastantuono frescos armó un desastre, lástima que Borja lo arruinara todo errando por impericia dos mano a mano. Boca fue con lo que le quedó en los bolsillos, que no era mucho. Y River la bancó con un enorme Paulo Díaz, el oficio de González Pírez y el sello de Armani para aparecer cuando se lo requiere, como en la del final ante el Changuito.

Marcelo Gallardo, otra vez feliz frente a el clásico rival. (Foto: Sergio Peralta.)

River lo ganó porque este Gallardo volvió más pillo y menos lineal que el que se fue, porque el equipo lo jugó en modo Libertadores, y porque Boca quedó expuesto en las limitaciones de su plantel y de un entrenador al que el cargo, como a muchos que pasaron por ahí, al fin y al cabo no es una deshonra, el cargo le quedó grande. No tuvo plan ni juego, quedó claro que Cavani no estaba para más de media hora y, en definitiva, todo lo que a Boca le podía salir mal, le salió peor…

Final feliz para el Millonario en la Boca. (Foto: Sergio Peralta.)