
River sometió a Atlético Tucumán, desaprovechó muchas chances y lo ganó por un gol de Colidio
09/03/2025
Inmerecidamente, el grito esperado por el Liberti se demoró 78 minutos. La ineficacia fue, acaso, uno de los pocos aspectos que River no consiguió modificar. Tal es así que si Gonzalo Montiel hubiera demorado el saque de lateral que precedió a la combinación entre Colidio y Mastantuono y al posterior 1-0, el blindaje de Durso posiblemente se habría estirado.

Aunque River no merecía irse en cero otra vez. Ni siquiera fue justo que estirara a 11 su métrica de primeros tiempos sin goles y alcanzara el récord negativo del 67. Porque a diferencia de sus otras versiones 2025 -e incluso de tantas de 2024- esta vez el patrón identitario, el copyright del Muñeco, sí apareció.
River esta vez sí tuvo sus sensores olfativos activos. Detectó sangre. Y entendió cómo atacar a su presa, rodearla, atosigarla. Inquietarla, asustarla. Arrinconarla. Es cierto: tardó mucho en darle el tarascón. Debió chutar 38 veces para marcar un gol. Pero esa cifra de por sí fue elocuente: en un par de días, con otra tensión e intensidad, con otra impronta, el equipo logró triplicar el promedio de intentos por partido (hasta anoche había pateado 124 en nueve encuentros).

Una métrica que permite demostrar que esta vez River sí fue River. Y el de Gallardo, después de muchísimo tiempo. Con una constancia en el partido que no había tenido en ritmo e intensidad incluso desde antes de su vuelta al club.

Un número que reflejó la ambición de un equipo que, si no marcó antes, fue porque Tomás Durso (la némesis de un Miguel Borja tesonero pero extremadamente errático y falto de confianza) fue el MVP del partido.



El arquero de Atlético, 26 abriles, estiró varias veces su metro ochenta y cinco para bloquear cada intento de un River voraz. Que desplegó por las bandas a sus laterales -un constante Montiel, un mejorado Acuña aunque todavía lejos de su versión top- y que tuvo esta vez un ritmo mucho más potente. Principalmente por sus dos referencias de juego. Un Mastantuono que de ninguna manera tiene 17 años, no en lo que al fútbol se refiere. Y un Maxi Meza que reaccionó a la reprobación de la previa con uno de sus mejores partidos en River, filtrando pases, probando al arco y anticipándose siempre a Acosta y a Sánchez en el medio. Triángulo de hierro que completó el reaparecido Aliendro, quien pisó tanto el medio -para acompañar a Kranevitter- como el área, donde irrumpió para sorprender con un tiro que se estrelló en el poste.
River tanto se pareció a lo que Gallardo pretende que hasta quedó expuesto por su intención de ahogar bien arriba. Armani, en gran medida, fue responsable de que la historia terminara bien: Leandro Díaz no pudo con él ni tampoco un Ruiz Rodríguez que tuvo dos veces el gol, pero dejó pasar la oportunidad de protagonizar un batacazo. Uno que habría sido injusto si se daba. Porque River fue River. Reaccionó, como Colidio y su golazo con giro metafórico.
